miércoles, 15 de noviembre de 2017

UNA BIOGRAFÍA


Cuando nacemos sólo se dice de nosotros la estatura y el peso: “fíjate qué majete, tres kilos y cincuenta centímetros”. Con eso basta. Ni siquiera, con frecuencia, se sabe el nombre. 

Luego nuestra biografía se complica, se adorna, se acorteza, se enriquece, se empobrece, se enreda…y tenemos nombre y apellidos, y nos pasan cosas. Y nos sucede más o menos lo mismo a todos: que nos enamoramos, que nos desenamoramos, que tenemos amigos y los perdemos, que necesitamos dinero para comer, vivir, comprar cosas, nos ponemos enfermos, nos reímos y nos enfadamos. 

Y muchos se han iniciado en las cosas de la vida por primera vez en su biografía de la misma manera, como si fuese ritos tribales antiguos que se repiten generación tras generación. 

Unos son más felices que otros, pero a todos nos pasan más o menos las mismas cosas. 

Al morir, curiosamente, ya no se nos identifica con la estatura y el peso. No se dice “ oye, se ha muerto Suso”…”¿Suso, el que...?”. “Correcto, ése mismo: murió con 1,83 cm y 80kilos”. 

Pero al morir tampoco se dice mucho más de nosotros. Todo queda en nuestro nombre y dos apellidos, un paréntesis con nuestra fecha de nacimiento, un guión, y nuestra fecha de defunción. Y si has hecho algo en tu vida profesional, pues eso, el titulito: profesor, abogado, propietario del restaurante “ Paco's", funcionario. Casi nada. 

Y si eres mujer, ni eso, a veces... Toda una vida de amores y desamores, de risas y llantos, de trabajos y penas, para que te quedes al final en que eres "la viuda de"…¿No cantaba de maravilla esa mujer, no contaba unos cuentos fantásticos, no hacía unos guisos para chuparse los dedos…¡pues ponlo, mujer, ponlo!. 

Venimos al mundo a escribir una novela y nos quedamos, en el ocaso de nuestras horas, con nada: un paréntesis y dos fechas separadas por un guión. ¡Porca miseria!.



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