jueves, 2 de noviembre de 2017

¡BIEN, HOMBRE, BIEN!

Las  mejores  provisiones  que he encontrado   para  vivir  son  los   libros, la  fotografía, la  música, y el cine. Y  ese es el  sustrato  de  mis  oraciones, aunque  no rezo  desde  hace  años. " No  te  preocupes por  qué  has  de rezar, tu Padre  , que ve en  lo  escondido , ya sabe  qué  necesitas antes de  que se lo pidas.

Lo  demás es rollo, rollo, y  rollo.

Escucho  mientras  escribo  el cuarto libro de  Madrigales de  Monteverdi. Me  acompaña estas   maravillosas  notas  y  voces   que  no  son  como  las  ideologías, los  catecismos,  la  política, o algunas  religiones , tan  inoportunas  y  plomizas , con su  palabrería, y sus  argumentos  , cada  uno el suyo, sordos  como  piedras.

Los  libros, que  si  no  los  llamas  no vienen, que  puedes tomar  éste  o  aquél a  tu antojo. Mi   biblioteca  es  mi  pequeño  país. Aquí  me  muevo  a  mi antojo. Paseo por Simenón,   asciendo  un ocho  mil  en la  cordada  de  Dostoyeski, o   ando   descalzo  leyendo   versos  del  Cantar  de los  cantares.

Si  no  les  llamas  no vienen. Ellos  te  hablan sus  puntos  de  vista, y  tú  respondes  con  los  tuyos. O no, callas  y  aprendes. No  molestan  cuando  guardas  silencio. Son  mis  buenos  amigos. Leo  cuando  quiero, como  quiero, y  lo   que  quiero. Si  no  me  agrada  abandono.su  lectura. Sólo leo  por placer.

Detesto  los  textos  aburridos. Las   biografías  son platos  que  disfruto  y  zampo  con hambre. Son una pelota  directa  a  mi  frontón. Acabo de leer  una de Montaigne  y  he salido  de ese  bosque  con  muchos  frutos  en  mi particular  mochila. 

Hay  libros  que  me  han  cambiado , voces mudas que  piden  respuestas  que  no  supe dar  porque  estaba  catequizado  y   acortezado  en   cuestiones que  repetía  como un loro ,  algo  así como  esos  watsaps  que  envían  los  partidos  políticos  con   argumentarios  y respuestas  pagadas a  sus afiliados.

Es  frecuente  que sea  otra  persona  después  de  leer  a  alguien  que  me  acompañó  unas  horas.

Muchas  veces pienso   que  sólo disponemos de una vida, y la escribimos viviéndola. Los tachones son nuestras heridas, equivocaciones,  errores , fallos,  ridiculeces , pero en realidad nada se borra.

La  intención   es  buena, con  frecuencia,  pero  somos  torpes, hacemos las  cosas  mal. Y  no  creo  que  Dios , si  existe, y  si es Padre,  sea muy  diferente a  ese  maestro  que  nos  veía  escribir  torcido   con la  lengua  fuera  y la  cabeza  apoyada  en el   brazo , pensando " pobre, ¡  qué  ganas de hacerlo  bien  tiene  el  chaval!".

Probablemente al morir nos llevemos con nosotros ese  manuscrito, con sus obscenidades , sus  historias  vergonzosas, sus  pequeñas  heroicidades, sus faltas de ortografía , su caligrafía imprevisible,  con todas  esas  cuentas  pendientes  y asuntos  de  los  que  mejor  no hablar  que  tenemos  algunos , y  escuchemos  el juicio  de  "¡bien, hombre, bien!...

Porque  Dios, o es Padre, o no es.


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