sábado, 3 de junio de 2017

EL RÍO DESMADRADO

Hay un pecado de desmesura, que es debilidad, algo muy comprensible. Parece que Dios los ve con cierta simpatía. A los  padres también les sucede con los hijos que  se  les van de  las manos y que no dan una.

No hay falta en beber un vaso de vino, o amar una sola mujer. Pero si te zampas tres litros, o pescas todo lo que cae en la red, pues si. Lo malo está  en el exceso.

A estos pecados los beatos les dan mucha importancia. Dios no. ¿La razón?: se ven con mucha facilidad, son difíciles de ocultar.

Pero en el pecado de impureza la malicia reside en la esencia misma del acto y, sobre todo, del sentimiento que lo inspira: la envidia , o la calumnia , no se convierten en pecados a partir de un cierto grado de intensidad , o de duración.

Son intrínsecamente malas y su fuente misma es pecado. Y, además, no se ve.

Dicho de otro modo: el río "peca" cuando se desborda, pero una sola gota de agua sucia puede llevar consigo toda la impureza y el veneno.

El problema es que al primero lo vemos fuera de sí,- y eso da miedo- mientras que el río envenenado no se le ve desbordado, y mantiene la apariencia de bien.


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ESPACIO RADICAL: ESTATUAS MUDAS E IMÓVILES.

1 comentario:

  1. Yo estoy con Aristóteles y Santo Tomás, que daban más importancia a aquellos defectos que repercutían en los demás (la falta de virtudes sociales) que a aquéllos que solo repercuten en el individuo (como la falta de templanza).
    El narcisismo: vivir encerrado en uno mismo, admirándose, "prohibido asomarse al exterior".
    Luego habría que analizar la causa de la falta de templanza. Vivimos en un entorno estresante, las enfermedades mentales son las que han aumentado más ("vivimos" más años, pero en estado de enajenamiento total, babeando). Creo que la causa de muchas destemplanzas es el entorno tan exigente, y nuestro ansiolítico es: la comida, las pastillas, el alcohol, el gimnasio, los gritos malhumorados, el sexo, el sadismo...........
    El entorno es muy importante para el desarrollo personal. Los que hemos vivido destempladamente en circunstancias estresantes -en un manicomio- al cesar la causa cesó también el efecto y hay muchos ejemplos de esto. Muerto el perro se acabó la rabia, ya sabes a qué me refiero.

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