lunes, 5 de junio de 2017

EL PERRO DE LA SOBERBIA

Hay  un tipo  de ser humano  que  me me  produce  cierta alergia.

Con  los años  uno  ha  conocido  gente  que  se parece  mucho  unos a  otros. Débiles, que me  dan lástima (yo  me encuentro entre ellos). Fátuos, que son risibles (yo  también soy uno de ellos). Codiciosos,que  me  parecen despreciables ( no me  encuentro en  esa  tribu ). Piadosos, corroídos por  los  escrúpulos  y  el fanatismo ( tampoco estoy allí). Estos de los  que escribo  me  dan yuyu.

Los  don perfectos. Los  que  piensan que  la perfección es la suma de actos perfectos. Y eso produce  monstruos. Lo sé  porque  los he tratado.Son alegres  sin fronteras, pero plastificados en la sonrisa. De ademanes  graves. Limpios, aseados. Afectados. De  modales masónicos. Suenan artificiales.Rollo zen al escuchar. Sin imaginación.

Siempre  he  desconfiado de  la  gente de  una pieza.Y si está  poseída de  esa  santa alegría "wonder flower  flonder" , más. Los  que  he tratado  y conocido a  fondo uno tiene  la impresión,  con los años, que se han quedado como secos  , viviendo de las reservas y de costumbres acortezadas, erráticos, vacíos, como una mala copia de ellos mismos, mal avenidos  con sus  obsesiones.

Como su  pecado es la soberbia,esa que , dicen, muere  horas  después  que el sujeto, su vida  termina cerrada. Cerrada   en su  propio carácter, en  su  imagen, de  la  que no  pueden escapar. Adictos al papel  que  se han impuesto, sin oxígeno crítico, porque aceptan  malamente  cualquier  corrección.

Esta  gente, que  se considera a  sí  misma  inteligente, pero tal vez  menos de lo que piensan, no  ha sabido enfrentarse a  sus  mecanismos  de defensa. Se conocen poco. Eso sí, han vivido con una maniática  intensidad, y  mueren con las  botas  puestas. No los cambia nadie, aferrado a su  autoimagen,  cargados de  obsesiones, cautelosos,agresivos.

Esta  gente, y  lo estoy descubriendo  en este  tiempo de reencuentros, con los años se  les ve  el plumero. Es la edad,supongo. El   plumero es la paranoia, la angustia, la  impúdica  exhibición de  sus talentos , y  un egoísmo roñoso.

Parece   como que se les  desmoronan  los  fragmentos  de su yo farsante , y se acunan  bajo el ala  de alguna  confortable  convención (por supuesto  justificada con alguna  teoría  que le proteja).

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ESPACIO RADICAL: EN EL CORAZÓN DE DIOS.

1 comentario:

  1. Antes, cuando las cosas iban bien porque el entorno era favorable, se les llenaba la boca con aquello de "por sus frutos los reconoceréis".
    Hoy ya nadie quiere hablar de frutos. Es un tema a evitar porque no hay frutos y lo que era la justificación de un modo de vida ha desaparecido. El proyecto hace aguas, mayores y menores. Quedará un imperio inmobiliario vacío de personas, como suele pasar con todas las empresas humanas (no hay que más que ver las fábricas vacías de Terrassa o Sabadell y los inmensos edificios vacíos que una vez fueron seminarios en Vic o en la calle Diputación de Barcelona o en la calle Corinto de Barcelona, por ejemplo).

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