sábado, 4 de marzo de 2017

PREMIOS Y SANCIONES.

Me han castigado tantas veces, y desde bien pequeño, que me hacen gracia esos que piensan que toda conducta humana funciona según la ley del premio o castigo. Los de "agua fría, agua caliente". 

Llega un momento que te da igual el agua, el manguerazo, o la sed.

La cuestión está en que lo que para uno es premio, para otros no lo es, y viceversa: hay castigos que no duelen. Esto es lo difícil de averiguar para cada uno. 

En mis años mozos en los jesuitas había un castigo que era quedarse a estudiar los sábados en el colegio de 4 a 6 de la tarde.Cuando tenías tantos sábados pendientes de cumplir castigo que llegaban al siglo, ya es que te daba lo mismo. ¡La imaginación te llevaba donde nadie podía vigilarte!Allí el único penalizado el pobre hermano que atendía el estudio.

Es muy importante para un padre, o profesor,  su capacidad de observación en todo esto. El castigo y el premio no son para quienes lo ordenan, sino para quienes lo reciben. 


Muchas veces el que imagina la sanción está pensando en él, y penaliza con dinero, o premia con algo que a él le mueve...



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ESPACIO RADICAL LIBRE: LA CULPA



1 comentario:

  1. Nunca he atropellado a nadie, ni me di un golpe con el coche, ni siquiera aparcando.
    Me gusta mucho conducir, y suelo hacerlo con la música a todo meter. Eso sí, naíta de móviles. Tienen más peligro que una piraña en un bidet.
    Me encanta acelerar al ritmo de la música, sobre todo con los Bestles. Hacer que compita Payl Macarney con el motor del Volvo a cuatro mil revoluciones, me pone.
    Mira tú el pecado.
    Consecuencia. Al mes me vienen un par de multas por exceso de velocidad. Soy carne de cañón para los rádares y las cámaras del sistema tributario.
    Me crujen.
    ...
    Pero no rectifico ni de casualidad. Reincidente hasta decir basta.
    Qué me impide ser moderado ?
    Las multas me la soplan. Imagino que le estoy dando trabajo al funcionario que descarga las imágenes de la cámara, al que expide la multa y al cartero que me las entrega y me hace firmar el recibí. Después de tantos años he aprendido a tenerles un pelín de afecto.
    ...
    Cuando palme y me los encuentre en el infierno, entraré tarareando una de los Beatles.
    Y eso que me habré llevado por delante en esta vida.
    Una maravillosa sensación de libertad, con la ventanilla bajada y el aire fresco en el careto.
    Mientras cuatro amigos con guitarras me hacían ser feliz, intentando silenciar un motor de inyección, con un ritmo de mil diablos.
    El ritmo de la libertad.

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