martes, 30 de abril de 2013

CULTURETAS

Veo un telediario y alucino cuando hablan de “cultura”. Lo mismo me sucede escuchando la radio...”cultura”.

Y resulta que es “publicidad”. Te hablan de que si no se quién estrena película, que si tal cantante dará una gira por aquí, que saca disco zutano, que da una conferencia no sé quién...¡joder!, ¡eso es publicidad!.

Tampoco hay críticos. Si hablan de cine te cuentan los estrenos, o si es arte, la nueva exposición de fulano.

Estamos rodeados de publicidad y nos engañan con que eso es cultura. Cuando lo que hacen es acomodarnos a una industria. O sea, pelas. Y mucha complacencia y autosatisfacción. Las entrevistas previas al último estreno de Almodovar, por un poner, eran un prodigio de manipulación.

Estamos tan mal que nos están colando como alto nivel cultural el mundo de los chefs, de los modistos, de las pasarelas. ¡Qué cojones! Y nos colocan un aparte en los telenoticias como un algo “cultural”, cuando son anuncios maquillados.

Lo mismo sucede con los deportes. Ya son cultura. Y la opinión de un jugador, por muy campeón mundial que sea, hablando de la política lingüística catalana
, está al mismo nivel que la de un académico de la Lengua.

Y al futbolista lo sacas de las botas y no sabe hacer la “o” con un canuto.

Hay que joderse.

Estamos en manos de anónimos creativos de agencias de publicidad. No hay más.


Hemos echado al desván de las cosas pasadas de moda el ejercicio de pensar. Ya no hay ideas, hay imágenes, el público reacciona por reflejos condicionados activados por técnicas publicitarias ( esa es la razón del bombazo de las sombras de Grey).

Es difícil detectar los contrabandos y las extorsiones de que somos víctimas.

Por ese camino, un gilipollas vestido de gilipollas como John Galliano, y sus pasarelas (podríamos citar cientos de nombres  de gilipollas en todas las “culturas de hoy” y sus pasarelas) ocupa portadas en todo el mundo.

viernes, 26 de abril de 2013

COMO UNA SEÑORA

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La señora vivía en un piso estupendo en el paseo de Zorrilla. Tenía 80 años, y de vez en cuando le asistía una cuidadora. Tenía dos hijos en Valladolid. Dos  miserables.

A los ochenta y tantos, decidió vender su piso al banco para que éste le fuese pagando el geriátrico, pensando que con lo que le dieran tendría de sobra para vivir hasta el fin de sus días en una buena residencia.

Sus hijos amenazaron con no visitarla  porque les dejaba sin herencia...”mamá, si ingresas en una residencia no te miraremos más a la cara y morirás sola. No volverás a ver a tus nietos”.

Y cumplieron su amenaza.

Cuando subí alguna vez a su habitación, por muy “entorno de familia” que tuviera la residencia, los cuidados eran lamentables. Olía a pis, los yayos estaban abandonados, algunos cara a la pared durante horas, erráticos...a pesar del lujo de habitaciones y pasillos luminosos....o ves una enfermera llevando , arrastrando mejor, un montón de abuelos por turnos de tres, las que son auxiliares, que bastantes son cuidadoras externas que no saben nada.

A mi ese mundo me dolía. Todo ese egoísmo, a veces fomentado por los propios ancianos- había biografías muy desgraciadas-, me deprimía.

La señora se murió, efectivamente, sola. La encontraron sentadita en el sofá, se fue resbalando suavemente, como durmiéndose, y en ese movimiento el vestido se le iba subiendo, y se quedó con la mano pudorosa intentando bajárselo para que no se le viera nada.

Murió como una señora.

La auxiliar me lo contaba llorando a moco tendido:

He avisado a los hijos para que acudieran y, se lo juro, cuando entraron ni miraron a su madre, se fueron directamente hacia la habitación para buscar las libretas de ahorro en la mesita de noche, los dos hijos con las dos nueras como locos.

Y , entonces, la gente me parece mierda.

jueves, 25 de abril de 2013

PERDÓN


"Me gustaría ser mejor persona y hacer las cosas de otra manera. ¡Qué bien entiendo ese “no nos dejes caer en la tentación”. Me siento débil, siempre lo fui. Herido de muerte para los afectos, la voluntad, el orden...y, sin embargo, lo he intentado. Lo intento. Quisiera ser otro, pero algo salió mal de fábrica.

Vivo, como esos velocistas ,inclinado sobre mi cuerpo ,intentando evitar en el sprint caer de bruces al suelo...y, perdida la zancada, caigo irremisiblemente. En mi no hay más que cardenales de tantas caídas tontas por mi mala cabeza.

Por esa razón, la palabra que más veces he repetido en mi vida es “perdóname”.

Y hoy, ¡otra vez!, vuelvo a pedir perdón.

Perdóname".

(de Mauricio  B. Cimorra)

miércoles, 24 de abril de 2013

BOLERO

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Éste que hoy dedicamos la entrada era el tío más embustero que he conocido jamás. No se puede predicar de él que fuera mentiroso, porque nada de lo que contaba obedecía a la realidad. Fabulaba y se creía sus propias trolas

Por ejemplo, había participado en varias expediciones con Cousteau. Eran tan prolijos y detallados los distintos destinos con él, las horas buceando, las tertulias en francachelas con “Jackes” (¡encima le llamaba Jackes!)...¡y colaba!

Oirle escuchar como estuvo encerrado en una jaula bajo el mar filmando un tiburón blanco, ponía los pelos de punuta. Incluso los de los nudillos (los que tengan vello en los dátiles).

A mi, la verdad, ya me la endilgaron una vez con que Adán, cuando vio la primera mierda que cagó, pensó que era el barro con el que le hizo Dios, que se le había caído, como desprendido, no se sabe cómo, y no se sabe de dónde, pues imaginaos este tío como me las tragaba. Yo lo miraba como alguien muy principal, con mucha vida, con crustáceos en el casco.

Con el tiempo descubrías que todo en ese hombre era anacrónico. Algo allí no funcionaba. Como si vas a hacer de cuerpo en el Negresco, o en el Waldorf Astoria, o en el Vaticano, y te encuentras en el inodoro una cuerda para tirar la cadena, el corcho del wc al aire, porque no tiene tapa que lo cubra, el papel higiénico enrollado en un alambre, y restos secos de...de...¡de barro caído!

Un día contó que había pasado el verano en las olimpiadas de Barcelona como ayudante del equipo ruso de balonmano. La razón era que alguien de la federación, que era primo suyo, o que habían estudiado juntos, o que vaya saber qué, le había enchufado.

- ¡Vaya tíos!, ¡unas juergas!, ¡una marcha!.Un día los tíos me pidieron si les podía facilitar una salida para escapar con unas jugadoras de voleybol cubanas...¡cómo lo pasamos!...¡y, oye, las cubanas, insaciables!,¡unos culos prietos prietos!, ¡negros, negros!

Y allí la peña que le escuchaba , salivando con las cubanas. ¡Más barro primordial!

Lo despidieron ipsofacto trium puerorum un tarde a eso de las cuatro.

Después de comer los profesores íbamos a una salita a tomar café. Aquel día estábamos cuatro. Nuestro hombre pensó que éramos de confianza y que podría tirarse a la piscina con una de las suyas...

- Ayer me cepillé a la madre de fulanito- dijo estirado en el sofá.

La madre de fulanito era como un termómetro con fiebre. Con fiebre para los que la veían. Y el tío sabía bien lo que estaba diciendo, porque esa mujer era oscuro objeto del deseo en ese colegio (para los que tienen oscuros objetos de deseos). A mi, si tengo que decirlo, me subía la temperatura, cierto, pero me pasaba como de niño la primera vez que mi madre me puso el termómetro bien fuerte en la axila y me dijo “¡no te lo quites hasta que yo te lo diga!”...y se fue a sus cosas.

Mi madre me lo dijo tan así, que yo apretaba y apretaba el sobaco , no vaya a ser que el termómetro se cayera y explotara en mis pies y saltase por los aires. Y yo calladico.

Hasta que al cabo de una hora pasó por la habitación y me dice “¿pero qué haces allí?”.

-  Esperando a que me quites el termómetro.

Pues eso me pasaba con esa mujer.

Me fui de vareta.

Y contó el baranda que al llevar al chavalín a su casa después de un partido de fútbol, la madre le invitó a merendar y...”¡oye, encima de la mesa de la cocina!”.

Nadie le creyó, porque ya sabíamos de qué pié cojeaba...¿nadie?...alguien sí, porque fue a dirección escandalizado y lo contó.

Fue la última vez que lo vi.
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Dentro de un tiempo - se avisará previamente- el Barullo en la herida quedará en órbita en la bogosfera, como chatarra sideral.

Se dará razón del cambio en próximas entradas.

Nos podremos encontrar en "El Barullo"
AQUÍ que, de momento, compartirá entrada hasta que despegue  .Todo seguirá igual.

martes, 23 de abril de 2013

LA CARIDAD ROMANA




La primera vez que vi este cuadro , en los años de la mazorca, cuando mi cara era un maizal, pensé “¡joder,vaya suerte tiene el viejo!...Dios da pan al que no tiene dientes”.
Lo que hace la ignorancia.
Estoy leyendo estos días cuentos de Guy de Maupassant que es un señor más que recomendable su lectura. Un goce, jos míos.
En uno de los cuentos, titulado Idilio, un joven hambriento que comparte vagón de tren con una desconocida nodriza, termina con el botón oscuro del pecho de la robusta campesina metido en su boca y alimentándose con su leche tras dos días sin probar bocado.

La historia no es original:
Guy  conocía una vieja leyenda : La Caridad Romana. La cuenta Valerio Máximo en su Hechos y dichos memorables.Micón encarcelado y próximo a morir de hambre, recibe en su celda la visita de su hija. Ésta , al ver su lamentable estado, le ofrece su pecho para amamantarlo.
Esta leyenda inspiró a gente como Murillo, Rubens, Caravaggio o Monroy. Y a mi en la adolescencia.

Para mi el mejor es el de Pasinelli , la mirada rcelosa y las manos de la hija lo dicen todo.
En la película El crimen de Cuenca,un preso recibe la visita de su mujer y se lanza sobre ella a saciar su sed con la leche de sus pechos. La misma historia del pobre Micón y su hija. Pilar Miró también se inspiró en la Caridad Romana.
Pues, eso, ya sabéis una cosa más, que luego decís que si el Barullo tal, que si el Barullo cual. 
Sedme fieles, jas mías, jos míos.

(La entrada  fue fusilada a uno que se la fusiló a 
http://clubthornton.blogspot.com.es/2011/11/caridad-romana.html


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Nueva dirección de correo electrónico

sustobarullo@gmail.com 

lunes, 22 de abril de 2013

LAS VITOLAS DE CHAZÁN.

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No sé con los perros, pero en los gatófilos hay una corriente de simpática confidencialidad que nos hace pensar que ése otro es como alguien de la familia.

Una de las cosas de las que más me arrepiento es la de no haber sabido entender a un buen amigo el día que, llorando, me dijo que se había muerto su gato. Me pareció entonces una auténtica chorrada. ¿Cómo se puede llorar por un gato?, pensé. Más aún, ¿cómo se puede rezar por un gato?. Pues se puede, sí señor,¡ vaya si se puede!.

Hoy sé que basta que pongas el corazón en algo o alguien, para que estés preparado para sufrir. Por eso los egoístas no sufren, o sufren menos. Hasta un coleccionista de vitolas de puros, como mi padre, que un día las encontró todas partidas por mi culpa...

Había una serie de dibujos animados en mi infancia que se titulaba “Chazán”, donde sus protagonistas encuentran un anillo partido que al unirse sus piezas forman una palabra “Tsazán”. Un día vi la colección de vitolas que mi padre coleccionaba y guardaba cuidadosamente, y celosamente, ocultas en su despacho. Me puse una de las vitolas como anillo, y al cerrar la mano la vitola se rompió...y me acordé de Chazán...

Me vino un subidón como a un don Quijote tronado, y comencé a imaginar que era Chazán rompiendo anillos con mis dedos. Pasé una tarde fantástica fantaseando historias...¡Chazán! (cerraba el puño, se rompía la vitola de un Davidoff del 45, y golpeaba el mentón de un japonés con una patada giratatoria) ...en fin, no quedó vitola entera.

Cuando mi padre, días después, descubrió el desastre, lloraba por sus vitolas, y me caía una bronca apoteósica , como un profeta de la Biblia fuera de sus pulsos, que terminó echándome vestido a la bañera al grito “ ¡¡¡A VER SI MADURAS, JODER, A VER SI MADURAS!!!.

Ya veis, hasta por unas vitolas se puede llorar. Así somos.