La compasión es un gran antídoto contra la agresividad, y favorece también las conductas de ayuda y la generosidad. Lo mismo sucede con la indignación y el respeto. No se puede respetar sin indignarse ante la violación de lo valioso.
Lo valioso son las víctimas, los que han sufrido la injusticia en sus carnes, los inocentes. Urge atender a la víctima, al humillado, a todo el que no ha sido tratado con respeto. Nos convierte en guardián de nuestro hermano.
Y hoy vemos como , abandonados a su suerte, los “suyos” se encogen de hombros y contestan “¿acaso soy yo el guardián de mi hermano?”. ¡Quién ha visto a estos del PP!
Observamos la sonrisa “derrotada” de los excarcelados, manifestaciones de alegría de pueblos enteros por la suelta de alimañas que no han mostrado arrepentimiento alguno. Niños educados en el fanatismo que festejan como a héroes a lo peor de nuestra especie, ejemplos de una violencia sin compasión alguna...tañen en alguna iglesia las campanas festivas , creyentes en un dios del que blasfemo sin ningún remordimiento.
Y Fernández, el piadoso ministro, diciendo, ¡idiota!, que esa sonrisa es la de la derrota. Daís asco, sois peores, hipócritas, cobardes, porcinos.
¡Hay de este PP de politicastros apoltronados en sus cargos sin que se les caiga la cara de vergüenza, levantando las patas y poniendo el culo para ser sodomizados con esa sonrisa que sabe poner la ETA derrotada cuando penetra analmente con el ímpetu obsceno de años esperando su momento!.
Estamos hablando de ésto